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LOS DOS MUNDOS DE PLATÓN: CONOCIENDO LA REALIDAD.



La necesidad del ser en encontrar significados que le permitan experimentar una sensación de conformidad, ha posibilitado el auto cuestionamiento y el planteamiento de diferentes teorías acerca de la complejidad que constituye la concepción de la realidad.


Teniendo en cuenta lo planteado en el texto de “Los dos mundos”, se puede afirmar que más allá de la realidad subjetiva se trazan hilos conductores en los parámetros de pensamiento, los cuales conllevan al empalme con la realidad como un punto de referencia hacia el cual enfocar las acciones y de esta manera posibilitar una similitud en la compresión del entorno. La idea de concebir a un ser superior como el diseñador de lo perfecto es coherente si analizamos el funcionamiento del cerebro humano, una obra maestra sin precedentes, un complejo sistema capaz de condicionar la percepción de la realidad acorde a la información recopilada en las neuronas, “El mundo Inteligible” se constituye a partir de ideas cuya profundidad se limita a un ordenamiento divino estructurado acorde a la compresión de la existencia como un propósito colectivo , en donde se categorizan los enfoques mentales con el fin de asignar una sensación que le permita encontrar comodidad en la zona de confort. “El mundo Sensible” se percibe como una proyección imperfecta generada por los procesos mentales desarrollados en el cerebro humano, es decir, una tergiversación del propósito original.


Es bastante razonable que el significado del propósito de existir no se encuentre en lo creado y planteado por el hombre, debido a la cantidad de factores que inciden en la estructuración de la realidad como la conocemos en la actualidad y a la diminuta concepción del espacio-tiempo teniendo en cuenta la inmensa magnitud de la escala cosmológica, por lo tanto jamás un objeto creado por el hombre va poder trascender o tener incidencia en la infinidad del cosmos, sin embargo al analizar las emociones generadas por pensamientos profundos se puede afirmar que es más probable encontrar un significado en el diseño divino original.


La posibilidad de que exista un orden codificado en el universo de las ideas es bastante lógico, ya que no tendría sentido experimentar la vida como un proceso evolutivo biológico en donde los seres se transforman perfeccionando las formas de vida sin ningún propósito o finalidad, en este orden de ideas cabe proyectar la hipótesis de que así como en la realidad física de lo que se concibe mediante los sentidos existe un orden determinado para que las condiciones del espacio permitan el desarrollo de las formas de vida, en la estructuración de los procesos mentales también es posible encontrar un hilo conductor que faculte la organización de ideas y pensamientos hacia una finalidad dispuesta para encontrar significados más profundos y coherentes a una posible finalidad divina.


La virtud se relaciona con un resultado positivo, sin embargo se puede clasificar como una parte de la información inicial almacenada en el cerebro para desenvolverse de la mejor manera posible, analizando el “Menón” se puede deducir que el significado de virtud ha sido una interrogante sin una definición concreta, no obstante es perceptible y determinante para el desarrollo del ser integro.


La justicia, la sensatez y demás virtudes permiten al ser humano reconocer en las cosas buenas la posibilidad de desarrollar ideas que puedan ayudar a consolidar pensamientos . Al contrario, el vicio representa una degradación en la mayoría de las veces consciente del daño causado.


El menester de encontrar una justificación profunda y coherente con las acciones propias para contribuir con el desarrollo de una idea objetiva, ha generado una confusión partiendo de la subjetividad en donde cada quien es libre de concebir la realidad y de plantear hipótesis que le permitan obtener la razón o la “verdad” para conseguir esa sensación de superioridad tan anhelada por el ser “egocéntrico”. En este contexto es posible analizar que no existen “Verdades Absolutas” y que la virtud es una característica esencial del ser cuya función es permitir orientar la capacidad de razonamiento hacia un resultado positivo.


La habilidad de enseñar es propia del ser en la medida en que se desarrolle, sin embargo no todos pueden desarrollarla al mismo nivel, es decir, que una persona tenga ventaja en la compresión de un aspecto determinado, no quiere decir que tenga la capacidad para poder difundir la información correctamente, por lo tanto es clave identificar hasta qué punto los métodos de comunicación que se utilizan están siendo efectivos y coherentes a los datos que se quieren transmitir.


En el momento en que “El mundo sensible” y “El mundo inteligible” se perciban con una mayor relación, se facilitara la comprensión de un rango más grande de información objetiva, lo que posibilita una mayor afinidad en el pensamiento colectivo lo cual permite el planteamiento de una sociedad con intereses en común, en donde en vez de competir unos con otros, todos aportemos un grano de arena para conseguir un concepto de humanidad en donde la base fundamental para el progreso sea la virtud.


En conclusión se puede afirmar que dentro de la complejidad de la realidad, existen puntos claves para el desarrollo de una idea más coherente, sin embargo el enfoque de los pensamientos del ser se han desviado hasta el límite de la miseria generada por la acumulación y la concepción del “Mundo Sensible” como el propósito de existir, lo cual ha tergiversado la compresión de la vida a partir de la sensación más profunda, coherente y maravillosa: “El Amor”.

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